Fue hace solo una década que Escocia se vio afectada por el “Gran Robo del Drenaje”, la desaparición de 50 tapas de alcantarilla en Fife. Eso dio una idea del surgimiento de una nueva era en los mercados de materias primas, impulsada por la demanda insaciable de China.
Los precios de la chatarra --y, por tanto, los robos de la chatarra-- aumentaron. África se vio invadida por ingenieros chinos; Australia eligió a un primer ministro que hablaba mandarín; y los mercados emergentes desde Argentina hasta Zambia se deleitaron con los crecientes valores de sus tierras agrícolas y sus minas. El auge fue avivado por un dólar estadounidense débil, la moneda en la cual se fija el precio de la mayoría de los materiales que se extraen del suelo.
Ahora los engranajes giran al revés. Un dólar renaciente ha afectado a los precios de las materias primas: muchos han caído recientemente por debajo de sus niveles de hace una década. Ese es un destino no compartido por otros activos comerciables: desde finales de los años 90, los precios de las materias primas han estado demasiado débiles en comparación con las acciones.
La reducción de los costos ha llevado a los productores a pensar que pueden soportar el dolor de los precios declinantes por más tiempo.
La economía de Estados Unidos está fortaleciéndose, pero de ninguna manera lo suficiente para alentar a los ladrones a hurtar las campanas de bronce de los templos chinos para enviarlas como chatarra a Estados Unidos. El impacto de su recuperación se ve empequeñecido por la desaceleración de la demanda en China, que aún consume alrededor de la mitad de los metales del mundo como hierro, aluminio y zinc.
INVERSIÓN EXCESIVA
La verdadera maldición para los productores es la sobreoferta en casi todas las materias primas. Sin embargo, continúan actuando como si estuvieran despreocupadamente inconscientes de ello. El capital sigue fluyendo a los hoyos en el suelo, creando una resaca que podría durar al menos una década.
Jeff Currie, de Goldman Sachs, dijo que los ciclos pasados sugieren que puede llevar hasta 15 años equilibrar la inversión excesiva.
“El mundo simplemente ha dado un giro de 180 grados”, expresó.
Analistas señalan que no todas las materias primas actúan de la misma manera. Los precios del carbón empezaron a caer en 2011; el petróleo crudo se mantuvo hasta mediados de 2014; los precios agrícolas dependían del clima. Pero una sensación de temor generalizada en torno de las perspectivas económicas de China ha resurgido en las últimas semanas, en parte causada por los mercados bursátiles en deslizamiento y por la inesperada devaluación del yuan este mes.
En lo que va de este año, casi todas las materias primas importantes --energía, metales industriales y agricultura-- han caído en un rango de entre 10 y 20 por ciento, un desempeño bastante homogéneo.
ESPIRAL A LA BAJA
Lo que es más, el exceso de oferta está siendo alimentado por tres factores comunes. La reducción de los costos ha llevado a los productores a pensar que pueden soportar el dolor de los precios declinantes por más tiempo. Los más afectados, ya sean los príncipes de la OPEP o las mineras globales, aún anhelan incrementar su participación de mercado. Y el financiamiento sigue estando disponible.
Las reducciones de costos son parte de una espiral a la baja que se refuerza a sí misma. Fuera de Estados Unidos, las monedas baratas frente al dólar han hecho que los insumos locales, como la mano de obra, parezcan menos costosos. Irónicamente, la energía y el acero más baratos también ayudan. En Australia, por ejemplo, Gina Rinehart, una magnate de la minería, usa los bajos costos para justificar la apertura de una mina de 13,000 millones en el interior del país que se espera produzca 55 millones de toneladas de mineral de hierro al año; tanto como la producción anual de Estados Unidos.
En el mundo del petróleo, las reducciones de costos han provenido de los productores que alguna vez se consideró probable que serían aniquilados por los declinantes precios petroleros: los productores de esquisto. Los “frackers” han recortado en un tercio sus bases de costos y continúan bombeando suficiente petróleo para deprimir los precios.
Los costos más bajos podrían darles una falsa sensación de seguridad sobre qué dirección tomarán los precios: cuando los precios del crudo aumentaron temporalmente en Estados Unidos esta primavera, el número de plataformas de perforación se incrementó por primera vez desde diciembre. Poco después los precios cayeron de nuevo.
MÁS EFICIENCIA
Entre los titanes de la perforación, los esfuerzos para recuperar participación de mercado ante las nuevas empresas del fracking pueden parecer contraproducentes. Encabezada por Arabia Saudita, la OPEP está bombeando muy por encima de su cuota de 30 millones de barriles diarios, ayudando a empujar a los precios del crudo por debajo de los 47 dólares por barril el 19 de agosto, casi el nivel más bajo desde marzo de 2009. Pero si pretendían estrangular a los productores de esquisto estadounidenses, su plan ha petardeado, más bien estimulando a los “frackers” a volverse más eficientes.
Mientras tanto, las mineras globales como BHP Billiton y Río Tinto han seguido incrementando la producción de mineral de hierro, pese al desplome de los precios. Analistas dicen que están tratando de sacar del negocio a competidores de más altos costos en China y otras partes.
Sin embargo, las vías de financiamiento no se han cerrado. Tomás Gutiérrez de Kallanish Commodities, un observador de la industria, señala que en China la producción de acero apenas recientemente alcanzó el máximo. No obstante, en vez de enfrentar la bancarrota, muchos productores de acero ineficientes siguen dificultosamente adelante gracias al apoyo de los gobiernos locales. Sus superávits son exportados, sumándose a la presión sobre los precios mundiales del acero.
En la industria petrolera, Currie dijo que la producción inusualmente de alto costo, como las arenas bituminosas de Canadá, es propiedad de grandes compañías petroleras con hojas de balance sólidas. Aunque han recortado el gasto, quizá tome más tiempo que cancelen proyectos enteros.
Eventualmente, las tensiones se manifestarán más violentamente. Los pequeños productores de esquisto podrían encontrarse en un apuro a menos que los precios dejen de caer. Deutsche Bank señala que las compañías energéticas representan alrededor de uno de cada seis de los deudores de alto rendimiento de Estados Unidos. El banco cree que los precios del crudo estadounidense por debajo de los 55 dólares por barril podrían llevarlos a problemas financieros.
Caída en precio del crudo no termina
PROYECCIÓN • La OPEP tiene sus propios enfermos como Venezuela, Nigeria y Libia.
Pero la más reciente baja en los precios del crudo quizá aún no termina. Arabia Saudita, el importante e influyente productor del cártel, no atiende a los llamados a un recorte. A principios de este mes, recaudó 5,000 millones de dólares para compensar los declinantes ingresos petroleros.
La temporada veraniega en que muchos vehículos se desplazan en Estados Unidos está terminando. Si un acuerdo nuclear con Irán es ratificado por el Congreso de Estados Unidos el mes próximo, el petróleo alguna vez embargado empezará a fluir. Glencore, una minera y comerciante de materias primas anglo-suiza, reportó enormes pérdidas el 19 de agosto. Su jefe, Ivan Glasenberg, ha despotricado contra los rivales poco dispuestos a desacelerar la producción y condenó “los precios que siguen sin tener sentido”.
Si estos son vientos en contra desalentadores, no son inusuales. Cuando los precios caen lo suficiente durante bastante tiempo, la producción eventualmente declina, como empezó a suceder con el níquel el año pasado. Mientras tanto, las grandes empresas mineras y petroleras se apoderarán de las más pequeñas y cerrarán sus activos más débiles. Entonces podrá empezar otro ciclo de varias décadas.