¡Cómo golpea lo imprevisto cuando provoca algo catastrófico! Levanten sus manos quienes esperaban ver desnudo, enclenque y goleado 4-0 al Real Madrid ayer en el Bernabéu. Cuando el equipo azulgrana tomó las riendas del juego decididamente, exhibiendo aquella extensa gama de recursos que lo llevó a la cima de la montaña, pareció una fotocopia del ballet que dirigía Guardiola, mientras los defensores blancos, sin colmillos y sin orientación, daban la impresión de deambular en las tinieblas persiguiendo fantasmas.
Incluso Messi, obligado a dosificar su esfuerzo retornando a la trinchera, entrando por Rakitic en el minuto 56 con la pizarra 3-0 y el control del partido en los bolsillos catalanes, tuvo oportunidad de marcar con disparo que tapó Varane a los 65. Agreguen las dos pelotas que Marcelo y Ramos devolvieron en la propia línea de gol, evitando que el fracaso fuera más estrepitoso, y entiendan porque la multitud, más allá de lo indeclinable de su lealtad, se sintió más próxima a la rabia que al llanto, seguramente avergonzada por el pobre rendimiento de su equipo.
UN ARRANQUE ENGAÑOSO
Lo visto en el inicio del juego resultó engañoso por los indicios de agitación y las alternativas. Un manotazo de Bravo sobre un centro cerrado de Cristiano a los 6 minutos, frustró a dos posibles receptores en el área chica, Bale y Benzema. Antes, Neymar elevó un remate frente a Keylor. El Madrid había cobrado un córner y el Barsa había llegado dos veces. El balón se movía con rapidez en los dos lados.
En el minuto 10, el gol de Luis Suárez. Una estupenda penetración de Sergi Roberto desplazándose desde la derecha al centro, y realizando la entrega precisa para el ingreso de Suárez, quien dejando sin chance a Varane y sin opción de cierre a Ramos, remató con derecha sobre la salida de Keylor.
La ventaja, estimuló al Barsa que creció en la recuperación y ejerciendo presión fabricando arremetidas. El mediocampo blanco fue desconectado y no hubo forma de real entendimiento con sus atacantes. Solo Cristiano, en gestiones individuales y con algunas apariciones, se hacía notar. Largo rato pasó Benzema sin ser visto.
EL BARSA SUELTO Y DAÑINO
El segundo gol azulgrana fue conseguido en el minuto 38 consecuencia de la destreza de Iniesta, quien avanzando, metió una pelota aprovechada por Neymar para quedar frente al tico Navas, y perforarlo con un remate rasante casi manoteado a la orilla de su pierna izquierda. Parecía que Suárez más al centro, pero cerca de Neymar estaba off side. El árbitro no lo consideró así y no hubo protesta.
Antes del descanso, el 3-0 fue impedido por Marcelo rechazando con la cabeza un remate de Suárez, pero dejando agrandado el susto en las tribunas.
A los 52 minutos, taponazo de Iniesta culminando un excelente tejido de maniobras avanzando hacia el área, estableció el 3-0, y un mano a mano bien resuelto por Suárez frente a Keylor en el minuto 73, selló el 4-0 enmudeciendo Madrid. El Real manejó algunas posibilidades de recortar y meterse en la pelea, pero la defensa azulgrana supo cerrar espacios, y cuando no logró eso, apareció el arquero chileno Bravo ahogando amenazas, como lo hizo con disparo y cabezazo de Cristiano, y una atajada sobre remate de James. Lamentablemente, Benzema malogró dos oportunidades claras.
La inexplicable agresión de Isco a Neymar, asestándole una patada en el minuto 84, merecedora de tarjeta roja, grafica el descontrol que provoca la impotencia. Mientras Isco salía del terreno, el equipo de la realeza quedaba arrodillado frente al demoledor 4-0, no implorando piedad, sino exigiendo una explicación a ese aterrizaje en los escombros.