Crudo, asado, en ensalada, como parte de salsas, guisos o guarniciones. Hay infinidad de formas de preparar el tomate para disfrutar de su sabor y sus propiedades saludables.
“El tomate pertenece a la familia de las solanáceas. Se compone de un 95% de agua y un 4% de hidratos de carbono pero también contiene fibra, proteínas y minerales como potasio, zinc, yodo y magnesio, así como vitaminas del complejo B y vitaminas C y D”, detalla Arantxa Ezcurdia, especialista en dietética y nutrición.
Ezcurdia destaca el contenido en licopeno del tomate. “El licopeno es un antioxidante natural y es el que aporta el color rojo al tomate”, precisa.
En este sentido, la experta subraya que, si lo consumimos de forma habitual, “nos podemos beneficiar de su propiedad antioxidante y obtener beneficios para la salud”.
Asimismo, señala que el licopeno “contribuye a reducir el riesgo de padecer diferentes cánceres como el de próstata, de pulmón y de colon. También potencia el sistema inmune y ayuda a combatir los radicales libres producidos por el estrés, el tabaquismo, el exceso de sol o de calorías, factores que, poco a poco, envejecen nuestro organismo”.
Múltiples beneficios
Pero, además de tener propiedades antioxidantes, “el tomate mejora la vista gracias a la vitamina A. Su aporte de fibra ayuda a combatir el estreñimiento, por su alto contenido en potasio es regulador de la tensión arterial y debido a las vitaminas del complejo B, mejora la piel y contribuye al correcto funcionamiento del sistema nervioso, entre otros beneficios”, detalla.
Para aprovechar al máximo las características de este alimento, los autores del libro“Frutas y verduras, fuente de salud”, Montaña Cámara, Mª de Cortés Sánchez y Mª Esperanza Torija, indican que es preferible consumir el tomate sin pelar “ya que, en ocasiones posee un mayor contenido en vitaminas y licopeno en la piel que en la pulpa”.
No obstante, advierten de que, antes de comerlo, es necesario lavarlo cuidadosamente y secarlo con un paño limpio “para eliminar los restos de partículas extrañas o residuos de plaguicidas”. Asimismo, afirman que la temperatura ideal para conservar los tomates es de entre 10 y 18 ºC.
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A la hora de consumirlo, surge la duda de si es preferible hacerlo crudo o es mejor cocinarlo, pues existe la creencia de que, al cocinar los alimentos, estos pierden propiedades.
En este sentido, Arantxa Ezcurdia afirma que “aunque es cierto que algunas vitaminas, como la C, pierden su efecto con el calor, en el caso del tomate, el licopeno tiene mayor potencia cuando se cocina que en crudo”.
La nutricionista subraya que no debemos someter ningún alimento a altas temperaturas, pues se oxidaría.“Pero técnicas como el vapor o cocinar a bajas temperaturas pueden ser buenas opciones”, apunta.
Asimismo, destaca que, como el tomate es un alimento muy habitual en nuestros platos, podemos disfrutar de él tanto crudo como cocinado.
De hecho, esta hortaliza permite preparar un gran número de recetas. Entre las sugerencias de Arantxa Ezcurdia están los tomates rellenos.
“En frío podemos rellenarlos de verduras y atún o de ensaladilla rusa, pero también podemos rellenarlos de carne y gratinarlos al horno”, comenta.
Además, con el tomate se pueden preparar muchos tipos de ensaladas “como una ensalada con tomate, bonito y cebolleta; una más andaluza con tomate, pimientos morrones y sardinillas, o una ensalada de tomate con mozzarella y olivas negras”, sugiere.
“También se puede preparar salsa de tomate para añadir a muchos platos, tomates confitados, mermelada de tomate, gazpacho, sopa fría de tomate, etc”, señala.
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