La inmensidad de LeBron James no parece ser suficiente para evitar una nueva coronación de los Warriors en la NBA. De eso, todos dan la impresión de estar claros, excepto LeBron, quien cree, como Héctor retando a Aquiles antes de morir como estaba escrito, que se puede ganar la Final a la tropa de Durant, Curry, Thompson, Green, Livingston, Looney y Young. Esa fe de James puede mover montañas pero no derribar el favoritismo casi absoluto de Golden State.
Cierto, en el 2015, LeBron con mejor acompañamiento, colocó adelante a Cleveland 2-1, sólo para perder tres seguidos, y en el 2016, la madre de las proezas, sacó del hoyo a los Cavaliers, empujándolos entre lo asombroso, a una remontada increíble con racha de tres victorias sobre los Warriors, volteando ese 1-3 que se consideraba, los tenía sepultados.
Desde que se puso en marcha la temporada, los Rockets de Houston saltaron al tapete etiquetados como imparables, y lo fueron después de ser los máximos ganadores con 65, hasta que se estrellaron con dos explosivas reacciones de los súbitamente impetuosos Warrios en los Juegos 6 y 7 de la Final del Oeste, y la complicidad de un desajuste alarmante entre los de Houston, completamente deshilachados, agregando el hueco de la ausencia de Chris Paul.
Fue una clasificación angustiosa, igual que la de Cleveland, obligado a remar contra la corriente la mayor parte del tiempo, mientras LeBron con cero minutos de descanso, multiplicaba esfuerzos alrededor de una efectividad apabullante frente a Boston. Así que dos equipos “resucitados” se verán las caras en este cierre del 2018, uno de ellos, los Cavaliers, sin posibilidad de sobrevivencia según el criterio de los entendidos.
Casi todo en contra
A simple vista la superioridad de los Warriors es excesivamente clara: sacan a los oponentes una ventaja de 10 puntos por cada 100 posesiones, tienen ventaja en el tiro largo con Durant, Curry y Thompson, su defensa es calificada como más eficiente, y en los terceros períodos son imparables. Bueno lo han sido hasta ahora en la postemporada.
Después de tres series jugadas al máximo de intensidad contra Indiana, Toronto y Boston, los Cavaliers y LeBron seguramente sienten sus músculos más pesados, y agreguemos la mayor cantidad de individualidades desequilibrantes por parte de Golden State…Los apostadores no toman riesgos contra un equipo que dispara encima del 40 por ciento detrás de la línea de tres puntos, en tanto los Cavaliers, solo en dos de los 18 juegos realizados en los Play Offs, han registrado ese porcentaje.
Si James lo hace como en el 2016, hay que apuntarle la más grande proeza de la historia, a un lado de su aterrizaje en ocho finales consecutivas, y de haber llevado a los 22 años, a aquellos Cavaliers que nadie recuerda –Gooden, Gibson, Pavlovic, Marshall y Jones- a la final de la NBA frente a los formidables Spurs de Duncan, Parker, Ginobilli, Horry, Bowen y Oberto.
Los Cavaliers, después de eliminar a los Pistons, fueron barridos, pero no deberían haber estado en esa final. LeBron confía en Jeff Green quién tanto ayudó contra Boston; en el retorno de Kevin Love de una conmoción cerebral; en lo que puedan aportar el tirador largo J. R. Smith, Georhe Hill y Tristan Thompson, este último de gran importancia en los tableros. No se ve como, los de Cleveland puedan escapar a un descarte quizás rápido, pero tienen a LeBron. A veces, él es capaz de hacer milagros.