El entierro del estudiante universitario Gerald Vásquez López, de 20 años, quien fue asesinado por el régimen de Daniel Ortega, se convirtió en una multitudinaria manifestación que recorrió varios kilómetros desde el barrio La Morita hasta el cementerio de la iglesia Santo Domingo.
Al frente de esta marcha fúnebre, en la que cientos de personas pedían la salida de Ortega y justicia para Gerald y todos los ciudadanos asesinados, iba Susana López, madre del universitario. López gritó sin descansar y con mucha fuerza, durante todo el camino: “Viva el chino, viva Gerald”. Las personas también gritaron su nombre y dijeron “presente”.
Su cuerpo salió en procesión desde el barrio La Morita y sus amigos cargaron su féretro hasta su última morada. Además tiraron morteros en su memoria. Gerald fue uno de los dos jóvenes asesinados por parapolicías cuando se refugiaban en la iglesia Divina Misericordia, después de haber sido atacados en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Unan-Managua) el pasado viernes.
“Dio lo mejor para poder entrar a la Unan. Pidió ayuda. Clasificó en ingeniería civil y bailaba folklore”, dijo Susana López. Las últimas palabras de López hacia su hijo antes de que fuera depositado en su tumba fueron: “Hasta aquí llegaron sus sueños”. Gerald llegó hasta el tercer año de su carrera.
Los compañeros universitarios que estuvieron atrincherados con Gerald en la Unan, afirmaron que seguirán en la lucha contra el régimen de Ortega. “Una noche estábamos apagados y él nos dijo ‘vamos a bailar’. Dijo que iba a dar todo por la patria libre y así lo hizo. Seguiremos en la lucha en su honor y porque no queremos vivir en un lugar donde nos asesinen”, dijo una de las estudiantes que estuvo con Gerald en la Unan.
Otro de sus amigos de infancia lo recuerda como una “linda persona. Alegre”. “No tenía idea que él estaba en la Unan. Hasta el día que murió me enteré”, dijo.
La familia de Gerald denunció que el régimen lo siguió hostigando después de muerto, ya que en los centros de salud no quisieron darle el certificado de defunción, necesario para poder enterarlo.
Entierro de Francisco
Francisco José Flores, de 21 años, el otro joven asesinado en la Unan, también fue enterrado ayer en la mañana. Sus restos fueron sepultados en el cementerio de San Judas, en Managua. Flores fue un trabajador que dejó su empleo por sumarse a la lucha de los universitarios. Su familia dice que él no tenía hijos.
Su mamá murió cuando él apenas era un niño y su padre prácticamente lo abandonó. Decenas de personas llegaron a darle el último a Dios. Los familiares también denunciaron que las turbas de su barrio, afines al gobierno, los amenazan con quemarle sus casas.
Entierro en Masaya
José Medina, uno de los fallecidos en Monimbó durante un ataque de parapolicías el fin de semana pasado, fue sepultado ayer en Masaya.
“Presente!”, gritaban los acompañantes de la marcha fúnebre en recuerdo del fallecido mientras pasaban por la denominada “Placita de Monimbó”, el lugar más icónico del barrio y en donde se detuvieron por unos minutos para cantarle el himno de Nicaragua.
Al menos un kilómetro recorrieron amigos, familiares, conocidos y manifestantes, levantando el féretro a través de continuas barricadas hechas con piedras, árboles caídos, zanjas y vidrios triturados sobre las vías.