"Es de noche en el reino", dijo el primer ministro del reino de Abomey, en el sur de Benín, a las 30.000 personas que se congregaron este fin de semana para conmemorar el deceso del soberano Dadah Dédjalagni Agoli-Agbo, ocurrido a principios de julio.
"La tradición dice que la fiebre se apodera del reino mientras la muerte del rey no haya sido oficializada con ceremonias", observa Dah Sodjo Kehunhon, ministro de la Corte y supervisor de los festejos.
"La muerte del rey es sinónimo de una noche que cae sobre el reino y lo sume en la oscuridad. No hay grandes manifestaciones ni ninguna celebración hasta que las ceremonias del rey no finalicen", precisa.
Los festejos tienen que durar seis meses, pero después de este fin de semana, se llevarán a cabo en la intimidad de la Corte.
En el patio exterior del palacio real, se reunieron dignatarios, príncipes y responsables de culto, con los torsos al descubierto.
Más tarde, la multitud presenció el sacrificio de una cabra, seguido de una salva de gongs, que marcaban el inicio del duelo.
Muchos diputados y miembros del gobierno fueron a Abomey, capital de este reino, de cuatro siglos de antigüedad, antaño conocido como el reino de Dahomey (antiguo nombre de Benín).
Consultar el Fâ
"Bajo los 12 reyes que se sucedieron entre 1625 y 1900, este reino fue uno de los más poderosos de la costa occidental de África", según la página web de la Unesco.
Hoy en día, la Constitución de Benín no reconoce ningún poder político a los reyes y otros jefes tradicionales. Pero conservan una gran influencia en la vida local y el difunto soberano imponía respeto por su prestancia.
Tras llegar al trono, en 1989, defendió la renovación de varios palacios, algunos de los cuales se convirtieron en una prioridad turística para el desarrollo de este pequeño país de África del Oeste.
"Era un rey reformista que consideraba que los niños del reino tenían que interesarse en las costumbres y en la cultura", explica a la AFP Didier Samsom, uno de sus descendientes. Quiso "modernizar la Corte y renovar la tradición".
Cuando finalicen las ceremonias fúnebres, se dará a conocer a su sucesor. Pero muchos temen que entre tanto se produzcan luchas fratricidas, como ha sido a menudo el caso: es necesario que todas las comunidades del reino se pongan de acuerdo para designar al nuevo soberano.
Heredero de una larga línea monárquica, Agoli-Agbo sucedió al rey Behanzin, deportado durante la lucha colonial contra Francia, que puso fin al poder político del reino.
El ahora difunto monarca accedió al reino tras un largo periodo de poder transitorio para intentar calmar las disputas dentro de la familia real.
Esta vez, para designar al sucesor, "podríamos necesitar consultar al Fâ", el espíritu del vudú, se rumorea en la Corte.