Por Holland Cotter
“Este momento me ha sorprendido siendo ciudadano y artista a la misma medida”, dijo el escultor Martin Puryear, quien representa oficialmente a Estados Unidos con una exposición individual en la edición número 58 de la Bienal de Venecia.
Estar a la altura de esa responsabilidad no puede ser fácil en un “momento” estadounidense tenso con política divisiva. No obstante, cualquiera que haya seguido su trayectoria de 50 años sabe que puede con la encomienda.
Puryear, de 77 años, es ampliamente considerado uno de los escultores más distinguidos de EU. Sus obras a menudo parecen abstractas, aunque están llenas de referencias a cosas del mundo.
“Ensor, Bruegel, Goya”, dijo el artista desde su estudio en el Estado de Nueva York el mes pasado, días antes de dirigirse a Venecia. “Esta es gente que observaba con mucha franqueza al mundo en que vivía. Espero que eso sea lo que intento hacer”.
Puryear, nacido en 1941, creció siendo afroamericano en Washington durante la segregación racial. Su padre era trabajador postal y su madre maestra de escuela.
Tras graduarse de la Universidad Católica de América en Washington, en 1963, se unió al Cuerpo de Paz, donde dio clases de ciencia e idiomas en Sierra Leona, y estudió con alfareros, tejedores y talladores de madera locales.
Como le contó al historiador de arte Richard J. Powell: “Para la mayoría de los estadounidenses de raza negra, el vínculo con la Vieja Patria está en blanco, borrado por el pasaje medio del comercio de esclavos. Así que poder vivir en África Occidental y experimentar una cultura tribal de primera mano fue invaluable”.
Existencialmente, la estancia le infundió una identidad como ciudadano del mundo, que vive aquí o allá, pero pertenece a todas partes. En lo político, le dio nuevas perspectivas sobre su País natal.
Puryear se considera un estadounidense que tiene dudas sobre qué significa estadounidense, en un sentido ético. Y ese es el artista que conocemos en las obras que ha enviado a la Bienal.
“Swallowed Sun (Monstrance and Volute)” es inmensa. Diseñada por Puryear en colaboración con Tod Williams Billie Tsien Architects, consta de dos partes. La primera es una elevada celosía de madera blanca que se extiende por el patio delantero del Pabellón, tapando a medias lo que está más allá de ella. La segunda parte es un tubo negro serpenteante inspirado por un detalle en una columna griega, pero que parece una serpiente. Con su extremo de “cola” enroscado en el piso del patio delantero, el tubo se extiende hacia arriba y cubre el óculo de la celosía con su “boca”. De forma estructural, el tubo es una fuente de apoyo para el panel; de forma simbólica, devora su luz.
La batalla entre oscuridad y luz continúa en el interior con “A Column for Sally Hemings”. Puryear presenta a Sally Hemings, una eslava afroamericana de Thomas Jefferson y madre de cinco hijos suyos, de forma impresionante, en un monumento compuesto por una columna estilo clásico que en la parte superior está perforada por una estaca de hierro de la cual cuelga un grillete.
Otra obra, “Tabernacle”, aparece en la forma de un gorro militar, de casi 2 metros de altura, de un estilo usado por soldados tanto de la Unión como de la Confederación durante la Guerra Civil de EU. Con su volumen sorprendente, nos alienta a detenernos primero a ver su superficie. Pero al asomarse por un agujero en la parte superior, uno se encontrará viendo fijamente, a través de una mira, un mortero de asedio con una bola de cañón listo para disparar. La bola está cubierta de espejo y uno se ve reflejado en ella, un combatiente, dispuesto o no, en un presente político que en ocasiones ha sido llamado una nueva Guerra Civil.
“No quiero ver que este momento se normalice”, dijo Puryear. “Tenemos que excavar para salir de este hoyo de algún modo”.
En Venecia, excavará con ahínco.