E l retorno de los nicaragüenses que no portan pasaporte se hace por una ruta de dos kilómetros cerca de Peñas Blanca y por lo general la mayoría se atreve a cruzar la frontera por este “punto ciego” a partir de las 2 de la mañana cuando hay menos vigilancia de policías ticos.
Uno de los nicas que cruza esta ruta es un hombre a quien por razones de seguridad identificaremos únicamente como Fidencio, según sus palabras, solo el deseo de reunirse con sus familiares en Navidad, le hace llenarse de valor para realizar la travesía por veredas.
“Cuando llegamos a la guardarraya esperamos la media noche, para dirigirnos a nuestro país y gracias a Dios no estamos expuestos a robos porque hay una fuerte presencia de efectivos del Ejército de Nicaragua y la Policía Nacional. En el recorrido hay lugareños que no ayudan a cargar nuestras maletas a cambio de propina”, comentó el migrante.
La vereda termina en la terminal de buses de Peñas Blancas y muchos llegan lodosos debido al terreno y las lluvias. Los indocumentados se cambian la ropa o zapatos antes de abordar los buses para llegar a su destino final y luego regresan al vecino país del sur por el mismo sector.
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Con papeles
El nicaragüenses Manuel Martínez García, de 39 años, tiene que recorrer más de 500 kilómetros para trasladarse desde San José, Costa Rica, hasta la ciudad de Bluefields, en la Región Autónoma del Caribe Sur.
Se trasladó a Costa Rica para trabajar en la rama de construcción, eso fue hace 12 años, desde entonces retorna al país con poca frecuencia debido a larga distancia que hay entre Bluefields y San José.
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“Tenía 5 años de no venir a Nicaragua, y por eso estaba ansioso de retornar y reencontrarme con mis familiares. Aunque el viaje es cansado y me toca viajar hasta 15 horas, vale la pena, porque no hay nada mejor, que estar al lado de mi familia”, comentó Martínez, mientras ingresaba a Peñas Blancas.
A la vez comentó que aprovechará el recorrido, para ponerse al tanto de los avances que ha tenido el país y analizar las posibilidades de instarse nuevamente en Nicaragua.
A la frontera también arribó cargada de maletas, la granadina Cándida Rosa Mondoy Espinoza, quien emigró a Costa Rica hace 4 años, para trabajar como asistente de hogar.
Según Mondoy, ella es originaria de Diriomo y antes de irse a la provincia de Alajuela, se dedicaba a vender frutas en el mercado Roberto Huembes, “pero tuve problemas con una de las encargadas del mercado y decidí irme a trabajar de doméstica a Costa Rica, porque mis patrones me brindaron todas las facilidades, con pasaporte y visa”, comentó.
Ella es una de las nicaragüenses que retorna al país con más frecuencia ya que asegura que debido a las facilidades que le brindan en su trabajo, puede trasladarse al país tres veces al año.
“Yo vengo el 30 de mayo para estar al lado de mi madre, y regreso para participar en la peregrinación de Jesús del Rescate que se realiza en Semana Santa en Popoyuapa, Rivas, ya que soy una fiel devota, de esta imagen y también retorno al país para estar junto a mis 5 hijos y mi familia durante las fiestas navideñas y Año Nuevo”, detalló.
El recorrido que realiza Modoy entre Alajuela y Diriomo es de 6 horas con 40 minutos y según ella el costo del traslado es de 400 córdobas y a Peñas Blancas, la llega a traer en vehículo uno de su hijos.
Un largo viaje que vale la pena
VÍNCULOS • Muchos retornan al país con su familia, tal es el caso de Denis González Aragón, quien arribó a la frontera con su esposa Bertha Ríos Cruz y sus dos hijos.
Esta familia originaria de El Rama, se trasladó hace 25 años a Guápiles, localizado en provincia Limón, donde González se dedicó a trabajar en las bananeras y cada año retorna al país con su esposa y sus hijos durante la Navidad.
“El viaje es cansado y son más de 500 kilómetros que recorremos en vehículo particular porque desde Guápiles a Peñas Blancas nos llegan a dejar en una camioneta y en la frontera un familiar se encarga de trasladarnos a El Rama”.
Según González el viaje tarda más de 13 horas y cuesta 200,000 colones y cada vez que retorna al país ingresa con la ilusión de quedarse.
“Mi sueños es regresar a vivir al país, pero no hay muchas oportunidades de empleos y los salarios son bajos y por eso fue que decidí migrar a Costa Rica, pero lo ideal es estar en su tierra con su familia”, comentó González.
La excomerciante del mercado Oriental, Mariana Ramírez González, también retornó al país con la esperanza de quedarse y regresar al tramo que posee en el populoso centro de compras capitalino.
Según Ramírez, hace 5 meses decidió dejar el tramo de venta de ropa que tiene en el mercado Oriental, para ir en busca de mejor vida en San José, Costa Rica, “pero ahora que vengo de regreso mi meta es quedarme y volver al tramo y si las ventas están buenas, me quedo”, puntualizó la mujer.
Agregó que en el vecino país del sur, laboraba como asistente del hogar y que en los 5 meses que trabajó logro ahorrar dinero para regresar al país y festejar las fiestas navideñas con su familia.
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