A Germán Fernández, “Fer” para sus amigos, no le gusta dar malas noticias a nadie. Por eso, después de estudiar medicina general, ginecología y obstetricia, cuando tuvo la oportunidad de escoger entre estudiar patología mamaria (cáncer de mama) o reproducción humana, prefirió no anunciarle a sus pacientes “tenés cáncer”, sino decirles: ¡Felicidades, vas a tener un bebé! Por eso decidió estudiar reproducción humana.
Germán José Fernández López nació en Managua hace 35 años y desde que era niño fue un estudioso ratoncito de biblioteca. Estudió francés, luego inglés, practicó futbol, basquetbol, taekwondo y siempre le gustó participar en actividades académicas, como La Liga del Saber y las olimpiadas matemáticas.
Fernández estudió medicina general en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), luego ginecología y obstetricia. Por último viajó a Alicante, España, a estudiar reproducción humana e hizo un máster en genética reproductiva. Actualmente atiende a pacientes con problemas de infertilidad en la Clínica Perinatal.
¿En qué consiste la inseminación artificial?
A esto se le llama técnicas de reproducción asistida y hay dos: una de baja y otra de alta complejidad; la baja es la inseminación artificial y la alta es la fertilización in vitro. La inseminación artificial es agarrar el semen del marido, procesarlo e inyectarlo en el útero de la mujer en un momento específico. A esta paciente antes de hacer este proceso la examino, mando medicamentos, le hago varios ultrasonidos, con los que puedo darme cuenta qué es lo más adecuado para que el óvulo esté listo y en ese momento poner el semen de la pareja. En cambio, la fertilización in vitro consiste en dar tratamiento, sacar los óvulos de los ovarios y estos óvulos se inyectan con el espermatozoide del varón en el laboratorio y luego se incuban por 3 a 5 días; ya formados los embriones, se ponen en la paciente.
¿Qué le motivó a estudiar esta profesión?
Después de estudiar siete años medicina, no fue difícil decidirme por ginecología porque siempre me gustaron los niños, pero cuando terminé esta especialidad me dije: “no, yo quiero ser algo más que ginecólogo”. Y fue así que apliqué para ir a España a estudiar reproducción humana.
Una mujer que ha sido operada de las trompas de Falopio, ¿puede tener hijos?
Sí, existen dos métodos, una es hacerle una recanalización de trompas, que es una cirugía para volver a unir los dos cabitos de las trompas, y la otra es una fertilización in vitro, que es sacar el óvulo del ovario sin necesidad de tener las trompas permeables. Con el hombre es más difícil hacer una reversión de vasectomía, es más fácil hacer una biopsia de testículo, o sea, sacar los espermatozoides directamente del testículo.
¿Qué características debe tener un donante de semen?
Una inseminación artificial o una in vitro se basa en el conteo de espermatozoides que tiene el paciente o donante. Si tiene más de 5 millones de espermatozoides, yo digo que ese paciente puede hacer una inseminación, pero si tiene menos de 5 millones, ese paciente se tiene que hacer una inseminación in vitro, todo depende de la cantidad de esperma del varón. Además el donante de semen debe tener todas sus pruebas negativas serológicas, hepatitis negativo, VIH negativo, hacer una historia clínica familiar para detectar que ese donante no es paciente que tiene trastornos psiquiátricos mentales, ni alguna enfermedad que le vaya a transferir a la descendencia y que el donante debe ser donante, es decir, por su propio deseo y voluntad done el semen. Como requisito no se puede pagar por una muestra de semen, el donante firma un documento donde dona su semen para una paciente que lo necesita y ni él está interesado en buscar a la paciente, ni la paciente está interesada en buscar o saber quién es el donante.
Entre tanto estudio, ¿cómo se divierte?
A mí me gusta mucho viajar, he viajado fuera de Nicaragua, he ido a lugares donde normalmente la gente no viaja, así he compensado el sacrificio que he hecho, parece mentira que después de hacer uno tanto sacrificio, de estar un 24 y 31 de diciembre, un 1 de enero, un 30 de mayo fuera de mi casa, de turno, todos los años, todas esas cosas van formando el carácter, porque creo que al final uno se da cuenta de que esos sacrificios son para un bien mayor.
¿Qué aspecto de su persona le gusta?
Soy una persona decidida, cuando me fijo una meta no descanso hasta que la logro, ir a estudiar fuera del país fue una promesa que me hice a mí mismo. Cuando yo apliqué, el número de mi aplicación era la 325,000 y de esos solamente 10 personas de Latinoamérica quedamos en la especialidad. Eso dice mucho del esfuerzo que allí va metido, yo me dije: “voy a ir a estudiar, me propuse hacerlo y lo hice”.
¿Qué superpoder le gustaría tener?
El poder de curar a todas las personas que toqué. Si tuviera un superpoder, yo quisiera tocar a estas pacientes que sufren y que luchan; la infertilidad es un problema biológico, sicológico, social, personal, familiar. Todas las mujeres que atiendo son pacientes que dicen: “Doctor, tengo 6 años de estar con mi marido, ya me dejó dos veces porque cree que soy yo la que tiene el problema, ayúdeme, mi mamá dice que me voy a quedar niña vieja, que no tuve hijos y que después nadie me va a ir a poner flores en el cementerio cuando yo me muera”. La presión social que implica una paciente infértil es alta, por eso yo trato de explicarle con tranquilidad, quitarle sus miedos, dudas y atenderlas con el mayor cariño posible.