Nicaragua empieza la reconstrucción después del desastre de la tormenta Nate y una vaguada, que en dos días segaron la vida de 15 nicaragüenses y causaron destrozos materiales todavía incalculables en 14 departamentos del país, de un total de 17, incluidas dos regiones autónomas.
Miles de nicaragüenses fueron afectados por la inundación o la destrucción de sus casas, cuando el agua de las lluvias sobrepasó los límites e invadió comunidades, botó puentes y partió carreteras. En la emergencia, lo primordial ha sido auxiliar a las personas damnificadas, acondicionar refugios, proveerles alimentos y protegerles de enfermedades. La Cruz Roja, que desplegó brigadas y orientó cómo salvarse, ahora recaba donaciones de productos y dinero para cubrir necesidades inmediatas y dar alguna protección frente a las epidemias que ya brotan.
El aporte de todos los ciudadanos, independiente del tamaño de cada colaboración, es vital para ayudar a las familias damnificadas. Luego, habrá que reconstruir lo dañado y ver cómo se recupera lo perdido, porque, además de la infraestructura, hay efectos en cultivos, tierras agrícolas, empresas industriales, comerciales y turísticas.
Más tarde se conocerá el impacto real en la economía del país. Un dato preliminar del Gobierno indica que la tormenta dañó 120 kilómetros de carreteras y arrastró cuatro puentes. Falta saber cuántos caminos quedaron inhabilitados en zonas agrícolas, de donde se extraen productos de exportación esenciales, como el café; o cuántas áreas de plátano fueron derribadas por los vientos, como sucedió en la isla de Ometepe.
Estas adversidades afectan en lo económico al empresario, al agricultor, al asalariado y a todos los consumidores, en principio porque la producción insuficiente de alimentos básicos provoca el encarecimiento de estos en el mercado y eventualmente habría que importar para suplir la demanda.
Nicaragua ha tenido un buen invierno este año, aunque el exceso de lluvia de la última semana puede ser dañino para el sector agropecuario, cuyo desempeño productivo ha sido óptimo. Las exportaciones del país subieron más de 15% en el primer semestre y su crecimiento interanual ha sido de 12%.
Este golpe de la naturaleza debe servir para revisar las estrategias de protección ambiental del país, frente al cambio climático. Es importante, para eso, el análisis del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter): “Nuestras ciudades han crecido, tenemos mayores superficies pavimentadas y caminos; también mayor cantidad de casas, que para una misma lluvia aportan mayor cantidad de agua superficial y menos infiltración”.
“Un puente que fue diseñado para una cuenca que tenía bosques hace 40 años, hoy está recibiendo entre un 20% y 30% más cantidad agua superficial que la recibida hace 40 años en el mismo cauce”, señala el Ineter.
La unidad y la solidaridad de todos los nicaragüenses debe ser hoy superior a cualquier diferencia; primero, por el sentido humanista de auxiliar a quienes sufrieron el golpe directo de la tragedia y, segundo, porque cualquier retroceso del país en lo social y lo económico nos afecta a todos como personas que aspiramos a vivir mejor. Cualquiera podría sentirse a salvo de los embates de la naturaleza, solo porque todavía no ha experimentado algo parecido. Sin embargo, seamos conscientes de que estas amenazas ocurren ahora en cualquier lugar y en cualquier momento, porque el clima se ha vuelto cada día más imprevisible.