Las marejadas y la fuerza de las olas destruyeron miles de nidos de tortuga. Los huevos, antes del proceso natural de eclosión fueron arrasados por las corrientes o devorados por aves de rapiña, perros, coyotes y otros animales silvestres.
En el santuario nacional de tortugas, ubicado a 20 kilómetros al sur de la ciudad de San Juan del Sur, aún son notorias las serias afectaciones causadas por la crecida del mar en las áreas de anidación, así como la presencia de aves de rapiña rebuscando restos de huevos y el hedor.
Julie Martínez, coordinadora de la Organización de Conservación Paso Pacífico, en la comunidad El Ostional, reveló que en el Refugio de Vida Silvestre La Flor hay más de 10,000 tortugas que llegaron a las costas entre el 14 y 25 de septiembre, cuyos nidos fueron destruidos.
A las afectaciones ocasionadas por la marejada que ocurrió entre la noche del 4 de octubre y la madrugada del día siguiente, se suman huevos que estaban en las anidadas desde el 5 de septiembre. Sin embargo, las autoridades del Ministerio de Ambiente y los Recursos Naturales (Marena) aún no brindan detalles sobre los daños.
Nueve de los once tramos de costas que tiene La Flor para la anidación de tortugas fueron destruidos por la marejada y solo lograron sobrevivir los del sector norte, que equivale a un área de 300 metros.
Anidación desprotegido
Según lugareños, tras el daño han percibido un aumento de anidaciones en playas vecinas como Costa Dulce, El Coco y Brasilito, que no están vigiladas como La Flor.
El nacimiento de miles de tortuguillos en la reserva estaba previsto a finales de octubre y mediados de noviembre, pero Nate cambió la situación.
Roberto Blandino, biólogo y exdelegado del Marena en Rivas, señaló que además de disminuir el nacimiento de tortuguillos, el fenómeno natural dejó a las costas en condiciones inapropiadas para el desove de las tortugas.
Asegura que la crecida del mar perjudicó la capa de arena que buscan las tortugas para depositar sus huevos y que también se contaminó la costa con la pérdida y destrucción de los huevos, lo cual desorienta a las tortugas al momento que salen del mar para desovar.
Blandino agregó que la capa de la arena utilizada para el desove de las tortugas y las condiciones de las costas se restablece mediante un proceso natural, que puede prolongarse durante un año.
Dámaso Calderón, habitante de la comunidad Tortuga y uno de los comunitarios que ocasionalmente realiza trabajos de limpieza y protección de nidos en La Flor, relató que la marea alta socavó la arena e hizo desaparecer los nidos con todo y huevos.
“Los huevos andaban por todos lados. Unos los arrastró la corriente del río La Flor, otros quedaron varados en la maleza cercana a las costas y eran centenares lo que se podían observar por todos lados, entre rocas, peñas. Al empezar a descomponerse, el hedor fue insoportable”, contó.
Julie Martínez, de Paso Pacífico, detalló que costas donde se presentan anidaciones solitarias también resultaron afectadas por las marejadas, al igual que áreas que utilizan para establecer viveros, con el fin de ayudar a la conservación de esta especie.
“En las costas de playa El Ostional destruyó el vivero que teníamos preparado, en otras playas se complicó hasta el acceso debido a derrumbes y caídas de árboles”, informó Martínez.
Liessie Calero, una de las comunitarias que trabaja con Paso Pacífico en la conservación de tortugas marinas, detalló que en la playa Brasilón el mar
desapareció diez de trece nidos que tenían en un vivero.
“Teníamos siete (nidos) de torita o tortuga verde y seis de paslama, pero solo logramos rescatar tres nidos, y uno de ellos fue de torita”, aseguró Calero.
En otros puntos como Costa Dulce, localizada en Escameca Grande, los comunitarios en coordinación con empresarios turísticos de la zona lograron crear una barrera para proteger los nidos de los viveros.
De acuerdo con el empresario turístico Tyson Harrys, en dicha costa albergan 25 nidos de tortugas paslama y “al ver la crecida del mar, los comunitarios que son parte de este proyecto de conservación de la especie se apresuraron a colocar una barrera con palos que arrastraba la corriente y ramas que impidieron el ingreso de las marejadas”, afirmó.
El vivero fue puesto en marcha hace dos años y, según Harrys, hasta la fecha han logrado liberar 180,000 tortuguillos.