Doce años atrás solicitó no tener parroquia para dedicarse a defender los derechos de los migrantes. Vive en un albergue en Ixtepec, Oaxaca, duerme en una hamaca, viste siempre una guayabera blanca y comparte espacio con las personas que en su viaje hacia Estados Unidos, tras el llamado sueño americano, sufren todo tipo de vejámenes.
El padre Alejandro Solalinde se define como un misionero itinerante y acostumbra siempre a decir lo que piensa.
“No tengo una parroquia, tengo la encomienda de los migrantes de tiempo completo. Esa encomienda la peleé yo”, cuenta al iniciar la entrevista, que fue realizada en Managua durante su segunda visita al país en el VI Congreso de Estudios Culturales, organizado por el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (Ihnca) de la UCA.
En esta entrevista cuenta la historia de un nica que está demandando justicia ante el Estado de México, un caso paradigmático. Habla sobre la situación de los migrantes que van hacia Estados Unidos y dice que la migración hacia Estados Unidos ha disminuido por lo menos un 30%.
Solalinde fue postulado para el Nobel de la Paz, ha sido amenazado de muerte y por eso, mientras está en México, tiene seguridad personal. En Twitter tiene 144,000 seguidores y desde esa red social denuncia las injusticias que los migrantes viven en México.
Visitó por primera vez Nicaragua en 1979, en plena insurrección. Entonces llegó a Malpaisillo con una brigada. +
Padre, ¿por qué se dedicó a los migrantes?
Era 2005, fue el huracán Stan y parte de Centroamérica quedó muy dañada, llegaron muchísimos migrantes y me los encontré cerca de donde yo vivía. Andaban como ovejas sin pastor, entonces le dije a mi obispo: quiero atenderlos a ellos porque los vi en las vías y nadie los atendía. Al final tuve el permiso del obispo, ya llevo 12 años con ellos. Ha sido una aventura muy hermosa.
¿Cuál es la situación de los migrantes desde la asunción al poder de Donald Trump?
Yo veo a los migrantes en un horizonte muy amplio, esta migración es única, inédita, una con las características de ahora no las tiene nadie… Los migrantes son víctimas de un sistema que no garantiza la vida, que no garantiza la paz ni la vida. Los migrantes son las primeras víctimas de un sistema capitalista decadente que no generó las condiciones suficientes de vida en los lugares de origen para que estos migrantes no salieran. Al salir forzadamente dejan su lugar de origen para no volver.
Yo he aprendido mucho de ellos. Ellos traen valores pero sobre todo mucha fe. Acabo de platicar con una señora joven de Honduras, Doris le decimos de cariño, está en algún lugar de México. Le mataron nueve hermanos en presencia de ella; a su mamá y papá, a su hijo de 40 días. A ella la violaron, la golpearon y filmaron todo eso. Le dijeron: tu padre nos hizo mucho daño, fue un sicario y tú vas a pagar por él, toda tu vida vas a recodar estas escenas, vas a recordar cómo matamos a toda tu familia, y le dijeron el teléfono. Cuando llegó con nosotros ya le habían dado un refugio y le dije: “Doris, ¿dónde estaba Dios cuando te pasó eso?” Yo provocándola. “Mire padre, contestó, si Dios no hubiera estado conmigo, me hubieran matado”. Sí, pero mataron a tus hermanos, a tu padre, y a tu hijito, ¿qué es de ellos?- le dije. “Sabe”, me contestó, “de ellos ya no me preocupo porque están con Dios, sé que con Dios todos están bien”. Esa fue su respuesta. Una fe muy madura, muy grande.
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Es algo muy hermoso la fe de estas personas, conciben un Dios inocente, un Dios al que no lo culpan por lo malo que pasa en el mundo. Piensan que su Dios es un Dios de todos y para todos, que camina, que va con ellos.
Ha de ser complicado estar todo el tiempo oyendo historias de dolor. ¿Usted cómo hace?
Nunca he podido acostumbrarme al dolor, me indigna y eso me da mucha fuerza para seguir luchando, pero a veces siento que ya no puedo más, soy un hombre de 72 años, así que me dosifico. Cuando llego al albergue, aunque tengo un excelente equipo, quieren verme a mí, y cuando quieren algo me empiezan a contar lo que les pasó y a veces no puedo, así que les digo: dime en qué puedo ayudarte.
Un día estaba con un grupo de cubanos que tenían dos meses de estar encarcelados en Veracruz, estaban desesperados, fui, pedí la custodia de ellos y los saqué, luego pasaron como 15, 20 días en la casa y me llaman porque estaban en el comedor y uno de ellos me dice: “mi madre quiere saludarlo”. Ya se imagina lo agradecida que estaba, cuando salí del comedor salí con lágrimas en los ojos porque no puedo ayudar más, soy limitado, quisiera ayudar más y no puedo.
No me acostumbro al dolor, pero no puedo dejar de escuchar a las víctimas.
¿Ha aumentado la migración?
Ha disminuido, yo considero que por lo menos un 30% de enero para acá. De los que pasaban la frontera solo un 30% están pasando, pero siguen pasando. Esto lo sabe el Gobierno y lo saben las mafias porque además son lo mismo, Gobierno y mafia son lo mismo ahí.
¿Usted no tiene temor de decir eso?
Lo digo en todos lados y se los digo en su cara porque es la verdad. En Twitter también se los pongo siempre.
¿A qué cree que se deba esa disminución?
Ellos siguen saliendo, aunque unos se quedan en sus lugares de origen, se aguantan, otros tienen que intentarlo, pero muchos se siguen quedando en el camino, tenemos muchos desaparecidos.
Las familias centroamericanas no buscan a sus desaparecidos porque piensan que están en esa dinámica de la movilidad, que tal vez están en Guatemala, en México o tal vez están en EE. UU. y no pueden hablar. Unos sí se están quedando en México. Calculo que un 30% pasa, un 50% se queda en México y una parte se está regresando.
La vez pasada realizamos un reportaje sobre deportados y me llamaba la atención que algunos estaban llegando, bajándose del bus y decían que se iban a regresar.
Claro, regresan hasta ocho veces, he conocido gente que ha regresado ocho veces. Ellos van como si tuvieran un chip: tienes que ir al norte, a Estados Unidos.
Mucho se habla del maltrato que sufren los mexicanos en Estados Unidos, pero también del que sufren los centroamericanos en México.
Los migrantes mexicanos sufren en Estados Unidos, pero le puedo apostar lo que quiera que no sufren lo que los hermanos centroamericanos en México. Allá los podrán despreciar, discriminar, pero no les hacen todo lo que les hacen en México, extorsionarlos, a las mujeres prostituirlas, asesinarlas.
Van cambiando las modalidades de secuestro. En Veracruz estaban mandando los dedos de los secuestrados, es horrible, han llegado a un grado de deshumanización. Ahí están corporaciones policiacas, personas del crimen organizado, de crimen autorizado, de los más pillos que hay, son del Instituto Nacional de Migración.
En unidades de oficiales los han llevado a los Zetas, tenemos evidencias filmadas, pero hay una gran impunidad, hemos presentado cientos y cientos de casos y han prosperado dos.
Tenemos el de un nicaragüense, Elvis Garay Lorío. Este joven estaba en Nicaragua, se casó con una mexicana, fue a México con papeles, tuvieron un hijo.
El papá de ella estaba en negocios sucios, le propusieron entrar y no quiso, entonces la mujer lo denunció a Migración cuando no tenía actualización de sus papeles, lo encerraron en una estación migratoria que se llama Las Agujas. Se dio cuenta de muchas cosas, de cómo a las mujeres en las noches las sacaban y las traían en la madrugada; de cómo corría la droga, cómo extorsionaban, empezó a decirlo, le dijeron que se callara y no quiso, lo torturaron durante dos meses, lo golpearon y finalmente lo violaron unos agentes de Migración. Lo deportaron, pero nunca vino aquí, se regresó y llegó a nuestro albergue para hacer justicia, tenemos más de tres años y medio luchando para que se haga justicia, con toda mi influencia, el peso moral que tengo, y no ha servido de nada porque hay una gran impunidad en México.
Le ofrecieron millones de pesos mexicanos para que se callara y no aceptó, estamos luchando todavía.
¿El caso de Elvis es emblemático o hay más migrantes en estas mismas circunstancias?
Hay muchos que han sido víctimas, muchísimos y muchísimas, pero es el único que se ha quedado, que ha pasado las amenazas, él tiene que tener medidas cautelares como yo, peligra su vida.
Lo he protegido a como he podido pero ni a mí me pueden proteger. Elvis es un caso paradigmático, no conozco a otro caso que se haya quedado durante años y que no se haya doblado ni por el miedo, ni por el soborno. Lo ha llamado el mero comisionado del Instituto Nacional de Migración, Argelio Vargas, y le ha hecho ofertas, pero una y otra vez Elvis le dice: “No, quiero justicia”. Es un caso único y ha sido un nicaragüense. Es un hombre muy valiente.
En su conferencia magistral habló sobre el reino de Dios en las migraciones.
Las migraciones no son un fenómeno, sino un acontecimiento histórico provocado por el sistema capitalista. Las migraciones siempre han sido de los pobres y de las víctimas.
Hablé del reino de Dios, Jesús lo define en Lucas 17:20. Un día le preguntaron los fariseos: “¿Cuándo va a venir el reino de Dios?” Y él dice: “Cuando venga no se va a decir está aquí porque el reino de Dios está entre ustedes”. Son relaciones interpersonales entre las personas divinas y las humanas, las humanas con las humanas pero siempre a través de Cristo y con los valores que él nos ha enseñado. Hablar de amor no nos dice nada, pero hablar de un amor incluyente, que es el que nos platica Jesús es otra cosa. Hablar de respeto en el aire es una cosa y otra es hablar de relaciones respetuosas, relaciones justas, igualitarias, relaciones con la naturaleza.
También dije que este joven maravilloso de Nazareth, que es Jesús, vivió para enseñar el reino de Dios pero no fue comprendido en su tiempo.
¿Y ahora?
Ahora menos, porque la Iglesia católica, si se fija, casi no habla del reino de Dios. Si hace una encuesta a los católicos del continente, casi nadie va a saber lo que es el reino de Dios y para eso vino Jesús. Nuestra gente católica sigue sin leer los evangelios, mucha devoción sí, muchos rezos sí, muchos actos piadosos y religiosos sí, pero eso no es escuchar a Dios, es oírnos a nosotros. La religión es un producto humano, la fe es una respuesta que nace de escuchar a Dios, una respuesta que busca la justicia, es un estilo de vida, obedeciendo a Dios. La fe es eso, rezar es otra cosa. Puedo ser muy católico, muy religioso y puedo ser un ateo práctico y al revés.
Explíqueme mejor eso.
Puedo ser una persona que esté rezando mucho, que va diario a misa, que comulgue diario, que rece muchos rosarios, que haga mucha devociones, pero no estoy leyendo el evangelio, no estoy escuchando a Jesús, esos actos son humanos, parte de la cultura, puedo seguir siendo muy religioso pero soy ateo práctico porque no estoy escuchando a Dios y no obedeciendo lo que Él me dice, ¿Cuál fue la prioridad de Jesús? Busquen primero el reino de Dios y su justicia, todo lo demás, rezos y todo, es añadidura.
Una religión que no vaya acompañado de la fe práctica es un opio del pueblo, como decía Marx, aliena. En cambio hay muchos ateos que dicen “soy ateo”, pero están haciendo cosas buenas en favor del ser humano, de los derechos humanos, ellos son más creyentes aunque sean ateos prácticos.